En el yoga de la sexualidad se concentran los beneficios de una práctica oriental como es el yoga y el fitness occidental que expresa ejercicios isométricos muy simples, contracciones estáticas sin movimiento y otros ejercicios isotónicos, contracciones dinámicas, con movimiento. El fin de esta práctica es animar, entrenar y reeducar los músculos de la zona pélvica y de los muslos comprometidos en la relación sexual y que en la vida diaria son poco ejercitados.
El yoga de la sexualidad también puede liberar las tensiones y relajar el abdomen, una escala de factores que incrementan la sensibilidad sexual y aumentan el placer y la salud de la pareja.
Cuando el flujo de la energía vital, llamado “prana” en Oriente, se encuentra bloqueado provocado por las tensiones físicas o emocionales, los resultados físicos son la respiración corta, jadeante y la contracción forzada de los músculos que facilitan con el tiempo la aparición de dolores musculares. El estrés genera además una serie de emociones negativas, depresión, fatiga crónica, baja autoestima, tristeza y miedo, los cual provocan debilitar la energía que guían la sexualidad, la creatividad y la vitalidad.
Tanto las inhibiciones, frustraciones y sentimientos de culpa se coordinan con otros bloqueos físicos y emocionales que nos alejan cada día más de la sana expresión de la sexualidad.
Tanto la mujer como el hombre desde el punto de vista muscular, cuentan con poca habilidad, fuerza y agilidad en los músculos del amor que cooperan en el acto sexual y esta “enfermedad sexual” hace que nos distanciemos de nuestro cuerpo y de toda la riqueza de sus emociones y pasiones. Los ejercicios del yoga sexual abarcan una parte relativa a la respiración, a la meditación y al stretching, los mismos proponen estiramientos del torso, contracciones musculares y movimientos de la pelvis.
El yoga de la sexualidad puede ser practicado a solas o en pareja, por la mañana o bien por la noche.
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