Sentirse bien colabora cuando no se está bien.
Al observar a personas que padecen enfermedades similares, los investigadores pueden pronosticar cuáles de ellas tienen más posibilidades de vivir más años, las que sienten que gozan de mejor salud.
El poder experimentar esta sensación es fundamental, muy esencial inclusive cuando uno está enfermo, el optimismo protege contra el estrés.
En un grupo muy estresado de estudiantes cada vez que el optimismo de un alumno se veía incrementado un punto en una escala de cinco puntos, la respuesta de su sistema inmunitario a un virus o un hongo inyectados contaba con una mejoría en un 20 por ciento.
Se conoce que la ansiedad y diversas emociones negativas pueden perjudicar el organismo, muy especialmente los sistemas cardiovascular e inmunitario y contar con un carácter optimista los proteger contra esos efectos.
Diversos estudios revelan que las personas que son optimistas respecto a su futuro se comportan de manera diferente. Realizan más ejercicio, es probable que fumen menos y se alimentan mucho mejor. Y si se enferman, son más activos en su tratamiento.
La felicidad es una sensación, en cambio el optimismo es creer que algunos aspectos de su futuro saldrán perfectos. La felicidad puede vacilar mucho, pero una actitud que resulte optimista es muy estable.
Si usted no es optimista, puede tratar de crear un registro de acontecimientos que sean positivos, dedicar unos minutos todos los días a escribir por lo menos tres cosas positivas, esto tal vez lo ayude a esperarlas con más frecuencia.
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