El otro día conversando con unos compañeros de trabajo, me quedo dando vuelta un tema que se dio a la hora de almuerzo, y que hacia referencia a almorzar solo, en lo cuál la mayoría coincidía en que era una de las cosas que menos le gustaban, inclusive preferían no almorzar, si era en solitario. En mi caso personal les comenté que comer solo era una de las cosas que más disfrutaba, pues me concentraba total y absolutamente en el acto de comer, no estaba distraído con una conversación, o con la televisión. Si bien compartir con amigos, familia, colegas, a la hora de comer es uno de mis grandes placeres, hacerlo solo tiene un matiz diferente, soy yo y el alimento, disfrutando la energía que entra a mi cuerpo, sintiendo los sabores y texturas al máximo, pensando y agradeciendo este hermoso acto.
Así como el comer solo, es un momento que disfruto al máximo, hacer otras cosas solo, también me agradan, ir de compras solo, ir a una exposición, ir al supermercado, etcétera. Compartir con otros es gratificante y necesario, compartir con uno mismo es un encuentro trascendental.
Alejandro Zavala
Imagen: Ben Heine
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