El cuerpo fabrica de manera natural una hormona responsable de incrementar la alegría y de eliminar el dolor, esta hormona se llama endorfina.
Muchas veces nos hemos encontrando disfrutando de una sensación de alegría, de felicidad, de ganas de vivir, sin encontrar una razón precisa. Aún cuando hayamos tenido un día complicado, una mañana agotadora, de pronto, nos sentimos sumergidos de una sensación que no se puede exlicar, pero, que nos hace sentir muy bien, esta euforia, como los sentimientos que experimentamos y que parecen salir de la nada, nacen del cerebro.
Cuando la endorfina empieza a proporcionar dosis extras disminuye el dolor físico y aumenta el amor por la vida. A medida que en nuestro cuerpo circula más cantidad de endorfina que lo habitual, las cosas insignificantes que observamos todos los días pasan a provocarnos una enorme alegría.
Si bien son muchos los factores psicológicos que pueden influir en nuestro estado de ánimo, la endorfina es muy importante para determinar cómo nos sentimos todos los días.
La endorfina cumple una función importante en el equilibrio entre la depresión y la vitalidad. Como todas las hormonas, la endorfina es una sustancia bioquímica que en este caso trabaja como analgésico y euforizante natural.
Es la droga de la felicidad, teniendo en cuenta además, que se trata de una sustancia química natural fabricada por nuestro cuerpo, no provoca ningún efecto secundario y se obtienen resultados excelentes.
Si bien en la actualidad son los bienes materiales los que nos animan a sentirnos plenos, no debemos olvidar que la felicidad la tenemos que buscar dentro nuestro y dirigirnos a encontrar lo que estimula la producción de endorfinas y de esta forma lograr la felicidad.
Si enfrentamos las situaciones con una actitud positiva lograremos incrementar la producción de esta hormona y de esta manera podremos vivir situaciones agradables, aprovechar las oportunidades que son nos cruzan en esta vida, acercarnos a nuestros sueños y evitar de esta manera el sufrimiento y la falta de placer.
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