Como terapeutas nos gusta proponer este pequeño "juego":
Pedimos al paciente en sesión que deje fluir las acusaciones que guarda contra ese que está sentado enfrente, que deje que se transformen en insultos: tonto, avaro, agresivo o lo que sea. Lo alentamos a que se anime, grite, apunte con su dedo índice acusatoriamente a su acompañante y deje salir los insultos guardados.
Después de unos segundos le pedimos que se quede inmóvil en esa posición. Ahora dirigimos su atención hacia su mano y le mostramos un hecho simbólico y muchas veces revelador:
Mientras señala con un dedo al acusado, tres dedos señalan en dirección a sí mismo... El dedo medio, el anular y el meñique le están diciendo que quizás él mismo sea tres veces más avaro, tres veces más tonto y tres veces más agresivo que aquel a quien acusa.
Jorge Bucay
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