Existen multitud de factores que influyen en la utilización de la grasa que almacenamos en nuestro cuerpo para extraer energía de ellas, quemarla y librarnos de ella. Pero probablemente, el aumento mas espectacular de la utilización de las grasa se observa con la liberación de adrenalina y noradrenalina al torrente sanguíneo desde una pequeñas glándulas localizadas encima de nuestro riñones.
Estas dos hormonas, activan de manera directa, una enzima llamada triglicérido lipasa sensible a hormonas, que para nuestra satisfacción, se encuentra en abundancia en las células grasas que son las células que almacenan la grasa en nuestro organismo. Pues bien, la activación de esta enzima provoca una rápida descomposición de las grasas almacenadas y su movilización para ser quemadas en los músculos.
Interesante, ¿Verdad? Pero tranquilos, no tenemos que lanzarnos en paracaídas, ni poner en peligro nuestra vida para poder beneficiarnos de estas hormonas. Tenemos una opción mejor, el ejercicio físico. El estrés que experimenta el organismo durante el ejercicio físico incrementa también la movilización y la utilización de las grasas de un modo análogo. Para ello debemos de realizar ejercicio de una cierta intensidad, siempre regulado por un profesional del sector y habernos adaptado previamente y con una cierta progresión a este tipo de ejercicios. Una vez pasado ese periodo de adaptación, debemos realizar ejercicio que suponga entre un 70-80% de nuestra frecuencia cardiaca máxima, durante un tiempo prudencial. De esta manera, nuestro cuerpo ya esta mandando la señal de liberar estas hormonas. A veces, la concentración sanguínea de grasas aumenta hasta 8 veces con este tipo de ejercicios, y en correspondencia, también lo hace el consumo energético de grasas por parte de los músculos.
Vía Entrenatech
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