En los jóvenes es tener todas las ventajas, y ser adulto quiere decir hacerse cargo de todas y cada una de las responsabilidades. Este desequilibrio es uno de las motivos por los que muchas personas entran en pánico cuando llegan a los treinta o los cuarenta, y se niegan a madurar, se encuentran constantemente en actitud de seducción, demostrando que aún siguen siendo jóvenes, e incluso adolescentes.
Existen justificantes en las mujeres como las cirugías estéticas o el botox, pero lo fundamental es empezar a sentir que la madurez brinda otros beneficios, como el de la consolidación.
Los hombres prefieren buscar un espejo que les reintegre la juventud y ese espejo es una nueva pareja que les brinda la ilusión de ser como ella.
Cada día son más las adolescentes que se dejan seducir por hombres maduros, puede que queden fascinadas, pero en verdad es que están inmersos en una trampa sin salida.
Pero aquellas personas que usan continuamente toda clase de estrategias para detener el tiempo son los que más se deterioran, madurar es darse cuenta y tomar conciencia de las propias acciones, para corregir lo que se hizo mal y potenciar lo que se hace bien, sin echar la culpa a los demás por los propios actos.
Madurar es descubrir las dos caras de la vida con sufrimiento y felicidad, y es además estar dispuesto a aprender todo lo que se pueda experimentar, extrayendo una reflexión de eso y también el poder escuchar más que hablar.
Madurar es además aceptarse a uno mismo, tomar todas las responsabilidades, escucharnos, preguntarnos y estar capacitados para tomar las decisiones que realmente deseamos.
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