Smartphones versus estrés

Estos dispositivos tecnológicos son muy útiles, cuando empiezan a “ganar terreno” en la vida cotidiana y se alejan de su objetivo inicial que es facilitar el trabajo, incrementan las posibilidades de generar dependencia.
La tecnología avanza cada vez más, en la actualidad parece irrisorio pensar en una vida sin teléfono celular, o sin la posibilidad de acceder durante las 24 horas de los 365 días del año a los e-mails.
Inclusive los oídos parecen haberse acostumbrado a los distintos sonidos que “salen” de los “smartphones” o teléfonos inteligentes, aquellos desde los cuales pueden realizarse y recibirse llamadas pero además conectarse a Internet, bajar e-mails, videos, fotos y hasta películas, y acceder a las redes sociales como Twitter, Facebook y demás.
La pregunta que se plantean los científicos frente a todas estas potencialidades es si se trata de aspectos positivos o suponen un problema.
Esta es la hipótesis de la cual partieron los investigadores de la Universidad de Worcester, en Inglaterra, quienes establecieron que el uso de smartphones y la compulsión por revisarlo permanentemente ante cada mensaje, luz de alerta o sonido genera un elevado nivel de estrés
La relación entre la utilización de smartphones y el estrés se presenta cuando los teléfonos se utilizan con fines personales y no laborales, el problema no surge de darle el uso para el cual, en un principio, fueron creados estos dispositivos, sino cuando se entra en una especie de manía y compulsión por estar conectados permanentemente con amigos y ciber-amigos.
Los smartphones se utilizan cada vez más para ayudar a las personas a afrontar distintos aspectos de sus vidas, mientras más los usamos, más dependientes nos volvemos, e incrementamos el estrés en vez de aliviarlo.
Para comprobar la relación entre la utilización de smartpones y el estrés, se condujeron pruebas psicométricas de estrés en más de 100 participantes, incluyendo estudiantes universitarios, empleados de tiendas y empleados del sector público, todos ellos debieron completar una encuesta sobre el uso de teléfonos.
Los autores del estudio encontraron que estas personas adquieren los teléfonos para manejar mejor sus obligaciones laborales y con el correr del tiempo terminan cambiando a interacciones más personales y sumando aplicaciones de uso privado con el objetivo principal de mantener el control sobre la red social virtual.
A medida que esta conducta se vuelve más marcada, aumenta el nivel de estrés, se sabe que cuanto más frecuentemente se revisa el celular, más aumenta el estrés.
En algunos casos la necesidad de mantenerse en contacto puede volverse tan extrema que los usuarios llegan a percibir alertas, por ejemplo vibraciones del teléfono, que no existen, finalizaron los especialistas del estudio.
La dependencia y el abuso que existe respecto a la tecnología es algo visible en la calle, con lo cual resulta innegable, cuando uno indaga y profundiza un poco más, nos encontramos con cuestiones más intrincadas como por ejemplo la imposibilidad de discernir si, en vacaciones, queremos recibir e-mails de todo el mundo o solamente de familia y amigos con los que tal vez debemos encontrarnos.
Entonces, todo, termina pasando por el mismo filtro de inmediatez que nos hace acudir al teléfono ante el más pequeño ruido, aún cuando el e-mail no nos interesa.
Otra cosa llamativa que se observa en el consultorio: al relatar una conversación, uno a veces percibe como los pacientes mueven sus dedos como si estuvieran redactando un mensaje de texto. Al consultar, la respuesta es casi siempre la misma: eso que están relatando no ocurrió en la realidad sino en la realidad virtual, con lo cual evidentemente la carga de los mensajes es otra.
Existe una marcada ansiedad por estar ahí, por tener a todos cerca todo el tiempo, aunque sea a través de la pantalla de un celular. Eso sin dudas conlleva un alto nivel de estrés.

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