Cuentos que sanan

A todo el mundo le gusta que le cuenten cuentos, si no es en formato típico puede ser en formato cinematográfico, una película es un cuento, una historia.
Especialmente a los niños.
Los cuentos son parte del mundo del arte literario pero también pueden serlo del mundo del arte curativo.
La narración de historias fue utilizada desde todos los tiempos para trasmitir diferentes tipos de conocimiento y también para el disfrute en general y la sanación del alma en particular.
En estos días, entre tantas terapias tradicionales y no tradicionales: complementarias o alternativas, asoma sin hacer demasiado ruido la vuelta (más especializada, diferente) de la costumbre de sanarse con cuentos.
Milton Erickson, uno de los terapeutas más importantes de nuestra época, utilizaba cuentos didácticos en sus sesiones de psicoterapia. Mediante breves relatos cargados de metáforas, humor, ingenio y sabiduría procuraba modificar los pensamientos, las emociones y las conductas de sus pacientes.
Su visión de la psicología se basaba en la certeza de que la persona estaba provista de los recursos necesarios para resolver las situaciones y sentimientos que lo aquejaban y que la tarea del terapeuta era apoyar la puesta en marcha de esos recursos.
Uno de los efectos terapéuticos de los cuentos es conseguir que la persona se vea a sí misma como protagonista y responsable de su historia. En los niños esto no es necesariamente un saber conciente pero el efecto es el mismo.
Muchas veces el solo hecho de tomar conciencia de ser el protagonista de la propia historia y no un personaje secundario: el que recibió feliz la buena fortuna porque la aguardaba y había podido conservar la esperanza y no un observador pasivo de los hechos, el que estaba allí cuando cayó la bomba y fue su víctima no un daño colateral.
Muchas veces este “darse cuenta” -aparentemente poco importante- cambia radicalmente el modo de ver y sentir la propia historia, un acontecimiento pasado y por lo tanto también el presente.
¿Cómo elegir el tema o los temas principales a la hora de crear una historia con intención sanadora?
Sencillamente: el tema será aquello relacionado con lo que queremos elaborar, modificar, “contarlo nuevamente y de un modo más saludable”.
El tema es la esencia del relato. Si bien puede abundar en detalles o dispersarse en ramas, el tema es uno o poco más de uno.
En este caso puede elegirse un “pasaje” de la vida, un acontecimiento de la propia vida o de la de otra persona que ha incidido particularmente en la nuestra y por lo tanto es de la nuestra, la relación con una persona o varias, sentimientos, síntomas, malestares, rasgos de carácter, dificultades o sueños recurrentes.
Frecuentemente los asuntos que se trabajan en los cuentos terapéuticos para niños son, por ejemplo: experiencias traumáticas, enfermedades, intervenciones quirúrgicas, todo tipo de síntomas psíquicos y físicos, dificultades escolares, miedos, tristeza, inseguridad, timidez, soledad, agresividad, ira, retraimiento, dependencia o complacencia excesivas, culpa, ideas inadecuadas acerca de si mismo, autoestima.
Problemas familiares, separación o divorcio de los padres, situaciones de adopción, dificultades en el vínculo con hermanos y con sus pares, pérdidas por alejamiento o muerte, situaciones especificas de estrés, cambios a los que no puede adaptarse con facilidad, etcétera.
Dice Bruno Bettelheim: “los cuentos de hadas y folklóricos, al igual que la música folklórica, manan de las profundidades de la humanidad e involucran todas la luchas, conflictos, pesares y alegrías que la gente ha encarado a través de los siglos. A veces estas historias no son placenteras…”
“…Este es exactamente el mensaje que los cuentos de hadas transmiten, de muchas maneras, a los niños: que la lucha contra las graves dificultades de la vida es inevitable y parte intrínseca de la existencia humana pero que si uno no se amilana, sino que enfrenta con firmeza las inesperadas y a menudo injustas vicisitudes, vence todos los obstáculos y al final sale victorioso.”
“Las historias “seguras” no mencionan ni la muerte ni la vejez, los límites de nuestra existencia, ni el deseo de vida eterna. El cuento de hadas, por el contrario, confronta al niño derechamente con los predicamentos humanos básicos.” (1)
Boris Cyrulnik, uno de los primeros en utilizar el concepto “resiliencia” en psicología dice aproximadamente que “Cualquier sufrimiento puede ser tolerado si es convertido en relato.” (Esto refiere sobre todo a la “propia” escritura)
“En psicología, el término resiliencia habla de la capacidad de los sujetos para sobreponerse a tragedias o períodos de dolor emocional. Cuando un sujeto o grupo humano es capaz de hacerlo, se dice que tiene resiliencia adecuada y puede sobreponerse a contratiempos o incluso resultar fortalecido por los mismos.” (2)
La cuestión del sentido:
No son las experiencias en sí las que generan las ideas y sentimientos que tenemos respecto a ellas y por lo tanto sus efectos en nuestras vidas si no el sentido que les damos. Esto es así desde que somos niños.
“… siempre cuento la historia de los picapedreros: paseo por un camino y veo a un hombre que está picando piedras. Hace muecas y sufre. Me explica que su oficio es idiota y que el trabajo muscular le hace mal. Más allá, un segundo picapedrero parece más apacible.
Golpea tranquilamente la piedra y me dice que es un oficio al aire libre y que le basta para ganarse la vida. Un poco más allá, un tercer hombre pica piedras en éxtasis.
Está radiante y sonríe. Me explica que el hecho de picar piedras lo hace muy feliz porque piensa que está construyendo una catedral.
Aquellos que tienen una catedral en su cabeza son felices, aquellos que se contentan con lo inmediato sienten bienestar y aquellos que se desesperan por no tener otro oficio son desdichados.
El gesto es igual en los tres casos pero es el significado del gesto lo que los vuelve felices o desdichados.”
Es esencialmente esta la intención con que se inventan historias curativas: generar otras versiones, otros significados, ofrecer otros modelos de comportamiento, otras soluciones. “Para imaginarse mejor”
Es habitual el uso de “moralejas”, lecciones que se desprenden del cuento, conclusiones formuladas como un consejo o una orientación para el tipo de situación a la que alude el cuento.
Las niñas y los niños desean escuchar y leer cuentos, estos tienen el poder de desarrollar su imaginación, fortalecer su creatividad, su personalidad, ayudarlos a conocer y aceptar la amplia gama de sentimientos que poseen y a veces no pueden expresar tanto como las situaciones difíciles y dolorosas de la vida.
Quizás un cuento, una historia adecuada contada oportunamente consiga ser la piedra angular para un mejor desarrollo, para poner en marcha o consolidar un proceso de sanación y un crecimiento más saludable.
Fuente: enplenitud.com

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