Lo deposita en su boca y siente cómo, al deshacerse, va cubriendo su lengua, su paladar, sus mejillas y cada uno de sus rincones; cómo ese sabor dulce, o a veces amargo, estimula sus sentidos produciendo placer, gozo, con su aroma, su textura, su regusto. En un sola frase, satisface todos sus deseos.
El chocolate es un alimento que a muchos encanta, ya sea por su dulce sabor, por la calidez que infunde cuando se le bebe caliente o por todas la asociaciones de placer con que se relaciona; porque hablar de él es hacerlo de adicción, enamoramiento, disfrute, pasión, satisfacción, excitación, y goce. Por eso es el manjar que va de lo nutritivo a lo dañino y, por tanto, prohibido. Según la creencia popular, comer chocolate puede provocar acné, obesidad, alergias, caries y, además, dependencia. No obstante, este último punto es tema de discusión, pues mientras algunos afirman que su capacidad de causar euforia es innegable, otros estudios científicos, realizados precisamente y en función de estos decires, manifiestan que el ansia de comer chocolate es más un patrón social que una necesidad real, pues se tendrían que consumir 15 kilos diarios para tener en el organismo la cantidad necesaria de sustancias que podrían causar adicción.
Entonces, ¿por qué nos gusta tanto el chocolate? Ello puede deberse a las sustancias que este rico alimento contiene y que, efectivamente, producen ciertos efectos en el organismo:
Tranquilidad, euforia, felicidad y sedación: por un lado, el chocolate contiene triptófano, un aminoácido que, después de ingerirse, va directamente al cerebro, donde propicia la segregación de serotonina, un neurotransmisor que favorece el sueño y provoca un efecto de tranquilidad, paz y felicidad; por otro lado, posee feniletilamina, una anfetamina natural que, cuando llega al cerebro, produce euforia y bienestar emocional. Por eso, cuando nos sentimos tristes o afligidos, tenemos un deseo intenso de comerlo. Ahora bien, esta golosina posee pequeñas cantidades de anandamida, un compuesto químico que también tiene la marihuana —cannabis— y que provoca una sensación de intensa relajación; no obstante, para que los niveles de esta sustancia tengan efecto, se tendría que consumir mucho más que una tableta o comerlo en estado puro.
Alivio del síndrome premenstrual: cuando una mujer come una barra de chocolate, está consumiendo grandes cantidades de magnesio, mineral que se recomienda —400 miligramos al día— para estabilizar los niveles de azúcar en la sangre y reducir los síntomas del SPM.
Efecto estimulante: independientemente de sus efectos eufóricos, devorar un trozo de chocolate hace que tengamos una mayor agilidad mental, debido a los altos niveles de carbohidratos y a la teobromina que contiene; esta última es un alcaloide —como la cafeína— que afecta al sistema nervioso central y que funciona como diurético.
Saciedad: debido a la gran cantidad de grasas que contiene, degustar un chocolate nos produce una rica sensación de satisfacción, que, a su vez, nos causa placer.
Así que, la diferencia entre darnos el gusto de saborear un chocolate o pecar con él se encuentra en la cantidad y no necesariamente en el alimento en sí.
Fuente: www.algarabia.com
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