Estar en pareja ayuda a nuestro crecimiento personal. A ser mejores personas, a conocernos más. La relación suma. Por eso vale la pena.
Vale... la PENA (es decir, vale penar por ella).
Vale el sufrimiento que genera.
Vale el dolor con el que tendremos que enfrentarnos.
Y todo eso es valioso porque cuando lo atravesamos, ya no somos los mismos, hemos crecido, somos más conscientes, nos sentimos más plenos. La pareja no nos salva de nada, no debería salvarnos de nada. Muchas personas buscan pareja como medio para resolver sus problemas. Creen que una relación íntima los va a curar de sus angustias, de su aburrimiento, de su falta de sentido.
Esperan que una pareja llene sus huecos. ¡Qué terrible error!. Cuando elijo a alguien como pareja con estas expectativas, termino inevitablemente odiando a la persona que no me da lo que yo esperaba.
¿Y después? Después quizás busque a otra, y a otra, y a otra... o tal vez decida pasarme la vida quejándome de mi suerte.
La propuesta es resolver mi propia vida sin esperar que nadie lo haga por mi. La propuesta es, también, no intentar resolverle la vida al otro. Encontrar a otro para poder hacer un proyecto juntos, para pasarla bien, para crecer, para divertirnos, pero no para que me resuelva la vida. Pensar que el amor nos salvará, que resolverá todos nuestros problemas y nos proporcionará un continuo estado de dicha o seguridad, solo nos mantiene atascados en fantasías e ilusiones y debilita el auténtico poder del amor, que es transformarnos.
Y nada es más esclarecedor que estar con otro desde ese lugar, nada es más extraordinario que sentir la propia transformación al lado de la persona amada.
En vez de buscar refugio en una relación, podríamos aceptar su poder de despertarnos en aquellas zonas en que estamos dormidos y donde evitamos el contacto desnudo y directo con la vida.
La virtud de ponernos en movimiento hacia adelante mostrándonos con claridad en qué aspecto debemos crecer. Para que nuestras relaciones prosperen, es menester que las veamos de otra manera; como una serie de oportunidades para ampliar nuestra conciencia, descubrir una verdad más profunda y volvernos humanos en un sentido más pleno.
Y cuando me convierto en un ser completo, que no necesita de otro para sobrevivir, seguramente voy a encontrar a alguien completo con quien compartirlo que tengo y lo que él tiene. Ese es, de hecho, el sentido de la pareja. No la salvación, sino el encuentro. O mejor dicho, los encuentros.
Yo contigo.
Tú conmigo.
Yo conmigo.
Tú contigo.
Nosotros, con el mundo.
Jorge Bucay
Fotografía : Mark
0 comentarios:
Publicar un comentario