Reflexión de Semana Santa

Por Alvaro Scaramelli

Hace un tiempo vino a mi consulta una mujer cansada y golpeada por la vida que en la entrevista me dijo que su historia era como la de “La Cenicienta”, había sido maltratada y postergada por su madrastra y sus hermanastras toda su infancia, y que se sentía inmensamente infeliz. Averigüé algunas cosas mas y le dije: “Querida, tu no eres ni has sido nunca la cenicienta… ella era feliz, lo pasaba bien realizando las labores impuestas injustamente por su madrastra, se las arreglaba para tener amigos imaginarios, cantaba, bailaba, etc… algo en ella estaba sano y era puro por dentro y era es la razón de su belleza y el premio de haber conquistado al príncipe azul… debes darte cuenta de que la vida es una consecuencia del sentir interior…” La mujer se puso a llorar, se levanto y me dijo: Gracias…¡has cambiado la historia de mi vida! Ella se dio cuenta de que se había pasado la vida culpando a los demás de su desgracia y que el problema no era lo que le había tocado vivir, si no que “como había vivido lo que le tocó vivir”.

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