Freud fue pionero al afirmar que la sexualidad es un concepto mucho más amplio, que incluye todos los aspectos de la vida humana, no es sólo genitalidad. Esto quiere decir, que la persona en su conjunto es un ser sexuado y, su sexualidad no está restringida sólo a unos órganos sino que forma parte del todo de su biología humana.
La sexualidad abarca el sexo, el placer, el erotismo, la intimidad, etc. Así como, factores psicológicos, culturales, éticos, fisiológicos y sociales.
La excitación sexual en la especie humana tiene principalmente fines reproductivos, como sucede con los animales. Pero, además del establecimiento de vínculos sociales, los humanos dan especial importancia a la sexualidad como búsqueda del placer.
Los comportamientos sexuales humanos son complejos, resultado de la inteligencia y la cultura y, no totalmente controlados por el instinto sexual como ocurre en la mayoría de los animales. Varían mucho dependiendo de la persona y las tendencias culturales vigentes y, en la especie humana, la mujer siempre ha tenido el peso de la preservación de la especie.
Impulso sexual versus Impulso de conservación
La naturaleza, ha dotado a hombres y mujeres de feromonas y hormonas sexuales, que facilitan la atracción mutua y, aseguran de manera puramente instintiva la conservación de la especie.
El impulso sexual junto con el de conservación, son los que dirigen la vida sexual. El instinto sexual es primario, surge como respuesta a una necesidad que satisfacer, el sexo. Pero como en esta necesidad primaria están involucradas dos personas, surge una reciprocidad, dar y recibir. Así, la necesidad deja de ser un impulso primario para transformarse en mucho más.
El impulso sexual tiene como fin la búsqueda de pareja y, ha evolucionado de forma diferente al amor romántico y al afecto.
Según la antropóloga e investigadora Helen Fisher, el amor romántico es más fuerte que el impulso sexual porque una de las características principales del enamoramiento es el deseo de exclusividad sexual, ser muy posesivos con el ser amado. En la comunidad científica se conoce como "vigilancia de la pareja".
¿Por qué decir Amor cuando se quiere decir Sexo?
Lo normal en hombres y mujeres es tener relaciones sexuales en donde la búsqueda del placer es interés mutuo, porque de esta forma la satisfacción sexual es mayor. Cuando se tiene sexo con alguien, se está compartiendo placer.
Sin embargo, como afirma Punset en su libro El viaje al amor: "El deseo sexual y el amor son cosas distintas y los caminos cerebrales que los rigen también son diferentes".
La mayoría de las personas, en algún momento de su vida, buscan algo más que placer en las relaciones sexuales y no por una cuestión moral, sino porque desean encontrarle un sentido diferente al acto sexual.
Cuando una pareja realiza el acto sexual y a la vez están enamorados, el placer se extiende a otro nivel. El placer, no sería un fin en si mismo sino, algo mucho más que una necesidad biológica y la búsqueda del placer hedonista, algo tan profundo, como sólo puede ser: el deseo de amar.
¿Es tan importante el amor en el acto sexual?
Cuando en las relaciones sexuales hay amor, las emociones son más intensas porque surge una unión más íntima entre las dos personas. No hay obligaciones, sino un compartir y, el amor hace que la relación sexual se vuelva más madura, equilibrada y sobre todo plena.
Sin embargo, como afirma Helen Fisher: "El amor romántico es muy peligroso. Lleva consigo una gran felicidad y una gran tristeza" y, ¿quién está preparado para sufrir?
Sexo y Amor, la fuerza de la vida
El divulgador científico Eduardo Punset nos da una nueva definición del amor que engloba los aspectos evolutivos como especie y la fuerza de la vida por perpetuarse: "El amor es un instinto evolutivo de fusión con otro organismo, incluso previo a la aparición de la diferenciación sexual… Sin amor no hay vida. Es una constante evolutiva".
"El amor es pura química" afirma Helen Fisher pero, todavía no conocemos todos los procesos del enamoramiento ni todas las claves de la sexualidad humana.
En Oriente, existe la filosofía del Tantra, cuyo objetivo principal según Ana Elena Costa, es desarrollar la potencialidad sexual, para alcanzar la evolución espiritual. Es considerar el sexo como una unión trascendental. Se dice que cuando la práctica sexual es desarrollada con amor, surge el kundalini, también considerado el poder de la vida.
Cada persona decide desde sus principios, valores y experiencias involucrarse sexualmente con otra. Debe ser una decisión basada en el deseo y la libertad y en el camino del Amor.
Bibliografía: Eduardo Punset. El viaje al Amor. Ed. Destino. 2007.
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