La piel, espejo del interior


La salud de la piel está relacionada con la calidad de la sangre circulante y ésta a su vez, de mantener sistemas y órganos sanos y en pleno funcionamiento.
El aspecto de la piel es una señal evidente del estado general del cuerpo. Según la Medicina Natural la piel es considerada un tercer pulmón, por su función de eliminación de sustancias de deshecho y toxinas resultantes del metabolismo celular y, por la respiración cutánea, ambas fundamentales para mantener la salud de todo el organismo.
Debido a esta estrecha relación de la piel con los órganos internos, la mayoría de los trastornos tienen su origen en una alimentación desequilibrada y tóxica, alteraciones hormonales, estreñimiento crónico e infecciones bucales.
El sudor es la principal forma de eliminación de sustancias de desecho que se almacenan y neutralizan en la piel. Este proceso fisiológico muestra las dificultades del organismo en la eliminación de desechos.

Emociones a flor de piel

Durante la formación del embrión humano la piel está íntimamente relacionada con el sistema nervioso, debido a que se desarrollan ambos órganos partiendo de la misma capa embriológica.
En la piel se reflejan sentimientos y emociones como angustia (rubor), ansiedad (sudoración) y miedo (palidez, erección del vello cutáneo). Así, la piel está estrechamente relacionada con la mente.

Cuidados naturales de la piel

Los principales cuidados integrales que la piel necesita para mantener su belleza y funcionalidad son: limpieza regular, favorecer la circulación sanguínea frotándola suavemente, estar atentos a enfermedades e infecciones y aportarle una hidratación y nutrición adecuada. El peeling o exfoliación facial y corporal favorece la renovación celular.
  • Hidratación: El agua es imprescindible para la piel. El nivel de agua en el organismo se obtiene del agua que bebemos y del agua contenida en los alimentos. Es necesario beber diariamente de 1,5 a 2 litros de agua para equilibrar las pérdidas sobre todo en verano y, así mantener la piel correctamente hidratada. Una piel bien hidratada, podrá eliminar las toxinas con mayor eficacia.
  • Nutrición: una alimentación basada en zumos naturales, frutas y verduras e incluso ayuno conseguirá limpiar el intestino y facilitar que la piel elimine las sustancias de desecho. Se deben evitar un exceso de alimentos acidificantes como azúcares refinados, carnes rojas o leche de vaca, y así facilitar el drenaje del tejido cutáneo. La piel necesita vitaminas, minerales y proteínas, entre otros nutrientes. La fruta, los vegetales de hoja verde y hortalizas son alimentos que además de su alto contenido en agua aportan también vitaminas y minerales esenciales para la salud. 
    Es importante para mantener una piel cuidada conseguir un aporte adecuado de lípidos, sobre todo ácidos grasos poliinsaturados (aceites de semillas, frutos secos y pescado azul), además de vitamina E que es antioxidante y neutraliza la acción de los radicales libres causantes del envejecimiento cutáneo.

Conclusiones

Mantener la piel sana depende de factores hereditarios y de no sufrir afecciones cutáneas como piel atópica, dermatitis, psoriasis, u otras. Además, su buen aspecto se debe a los adecuados cuidados integrales que le demos.
Entre ellos destacan, la aplicación de protectores solares y, conviene evitar el tabaco y la contaminación ambiental y un estilo de vida inadecuado (deficiente alimentación, estrés y sedentarismo…)
Un estilo de vida saludable con una dieta equilibrada, agua y la práctica de ejercicio físico regular serán los mejores cuidados para mantener una piel radiante, espejo del alma.

Beatriz Lores
Bióloga, especializada en Promoción de la Salud y Medicina Natural
Vía ebm

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