Un joven leñador llegó a un equipo de trabajo que estaban talando en una montaña, con el objeto de obtener trabajo. Lo consiguió y durante su primer día trabajó con denuedo y como resultado, taló muchos árboles.
El segundo día, trabajó tanto como el primero, sin embargo su producción, fué menor que la del primer día. Durante el tercer día, se propuso mejorar su producción del día anterior. Golpeó con furia el hacha contra los árboles, pero sus resultados fueron peores que los días anteriores.
Y así ocurrió a lo largo de toda la semana, su producción decrecía cada día que pasaba. Entonces el capataz, al ver que los resultados del joven leñador día a día empeoraban, le preguntó: ‘‘¿Cuándo fué la última vez que afilaste tu hacha?"
El joven leñador respondió: "no he tenido tiempo de hacerlo, he estado demasiado ocupado cortando árboles".
Como ve el joven leñador en su plan de acción no hizo el uso adecuado de su hacha, la herramienta que tenía a su disposición para ser productivo. Cada cierto lapso de tiempo es necesario detenerse para ajustar las herramientas con las que contamos en nuestro trabajo diario.
Ser mejor persona, en todos los aspectos, constituye una tarea diaria, es limpiar la mente de pensamientos nocivos, tanto hacia uno mismo como hacia el entorno con que se está vinculado.
El estar agotado, sin ánimo para enfrentar lo cotidiano, favorece la aparición de sentimientos y emociones negativas como el rencor, la envidia, la inconformidad disminuyendo en todo sentido la calidad de vida.
Tomarse un tiempo para uno mismo es tan vital como una buena alimentación, sobre todo, cuando se siente que las energías desaparecen. Es ahí cuando se origina una incomprensible inactividad, y una cierta pereza invade todo.
Cambiar la rutina puede llenarte de vitalidad y refrescar el ánimo. Aligerar las agendas y distribuir mejor los compromisos ayuda a modificar el patrón de comportamiento habitual: acelerado e impulsivo por más lento, atento y concentrado.
Es aconsejable siempre mantener una actitud positiva: a través de la risa, se liberan endorfinas, hormonas capaces de retrasar la sensación de cansancio y de fracaso. Así, no solo se puede evitar el estrés, sino, además, estar mucho más alerta, creativo y productivo.
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